A Sergio Massa no parece molestarle la confrontación directa con Javier Milei, al menos eso se vio en los días que siguieron a las PASO. No le preocupa que el libertario tenga la centralidad de la agenda y le pidió a su equipo que las que vienen sean semanas centradas exclusivamente en la gestión. No es para menos: el tremendo impacto de la devaluación del lunes pasado en todos los rubros de la economía requiere de medidas paliativas, como beneficios fiscales y créditos para pymes, nuevos acuerdos de precios -como alimentos y combustibles, que buscarán contener en parte una inflación que será de dos dígitos hasta fin de año, según analistas privados- y, directamente, compensar las pérdidas en los bolsillos de los argentinos. Este último punto llegará en forma de una suma fija que se anunciaría a fines de esta semana, junto a otros beneficios, según dijo el ministro.
¿Alcanzará para compensar el salto cambiario? No está claro porque la devaluación no llegó con un paquete de medidas inmediatas eso “terminó convirtiéndose en un acelerador de las variables nominales”, como dijo este fin de semana la consultora Equilibra. Tampoco se sabe con claridad si será suficiente para llegar al balotaje y ganar la presidencia. Como si eso fuera poco, además hubo versiones de que podría dejar el cargo, algo que él mismo desmintió el miércoles. “Me quedo hasta el 10 de diciembre, nunca suelto el timón en medio de una tormenta”, dijo en TN.
En medio de la campaña y de un tembladeral económico que lo tiene como protagonista, Massa viajará mañana por la noche a Washington. Va a buscar los esperados y demorados dólares del FMI y a explicarle a la administración de Joe Biden por qué cree que es una mejor opción para el futuro de la Argentina que el candidato de La Libertad Avanza (LLA), con quien busca polarizar como emergentes de los modelos opuestos.