La diputada y candidata a Vicepresidenta de Javier Milei organizó un acto en favor de las víctimas de las organizaciones armadas de la década del 70
La Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires amaneció vallada. En su interior no se iba a debatir ninguna ley y ni siquiera estaba prevista la asistencia de todos los legisladores, sino que en uno de los salones del Palacio se iba a desarrollar un acto en favor de las víctimas de las organizaciones armadas. Y, en las calles, iba a haber manifestaciones en repudio al acto, que entienden que fomenta el negacionismo a los crímenes cometidos durante la última dictadura militar y a reinstalar la “teoría de los dos demonios”.
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El acto comenzó pasadas las 17 en el Salón Dorado y fue organizado por la legisladora Lucía Montenegro y el Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (Celtyv), del que Victoria Villarruel, diputada nacional y candidata a Vicepresidenta de la Nación por La Libertad Avanza, es presidenta honoraria. Durante el encuentro, disertaron Lorenza Ferrari, Graciela Saraspe y Arturo Larrabure, hijo de Argentino del Valle Larrabure, un militar que fue secuestrado por el Ejército Revolucionario del Pueblo el 10 de agosto de 1974 en la localidad cordobesa de Villa María y cuyo cadáver apareció el 19 de agosto de 1975.
En las inmediaciones de la Legislatura, vallas de por medio y con un fuerte operativo de la policía porteña -que incluyó carros hidrantes-, las agrupaciones de izquierda y familiares de detenidos-desaparecidos se fueron juntando. Desde las 15, los partidos como el MST y el Polo Obrero se ubicaron en Diagonal Sur, rodeando el monumento a Roca. Por Avenida de Mayo y Florida se vio a representantes de las organizaciones de Derechos Humanos.
Victoria Villarruel junto a Lucía Montenegro, las organizadoras del acto
Durante toda la tarde se escucharon cantos, se pegaron carteles contra las rejas y se golpearon las vallas. Solo en un momento un grupo muy acotado logró sacar dos “paneles” de las vallas y rápidamente aparecieron dos líneas del cuerpo de Infantería porteño con sus escudos para evitar que nadie pasara, algo que nadie intentó.
Dentro del vallado se agolpaban los invitados al evento. Aunque ninguno lucía uniforme militar, dirigentes de izquierda reconocían a ex militares y a abogados que actúan como defensores de detenidos por delitos de lesa humanidad.
Parte del temor que se respiraba en la calle es que, por primera vez desde la vuelta de la democracia, se enfrentaran militantes que apoyan a los militares presos por sus crímenes durante la última dictadura cívico-militar con organizaciones de DDHH y militantes de partidos de izquierda.
Sin embargo, la jornada transitó con cierta calma. Solo hubo algunos momentos de tensión cuando los invitados al evento ingresaban y se cruzaron con militantes de izquierda. “No fue terrorismo de Estado, fue una guerra”, gritaba uno mientras invitaba a pelear señalando que “vengan de a uno”.
Un militante muestra un pañuelo con la consigna por los 30.000 desparecidos (REUTERS)
Las agrupaciones de izquierda se retiraron alrededor de las 19 bajo la atenta mirada de los policías que fueron sumando efectivos a los alrededores del acto en repudio a la convocatoria de Victoria Villarruel.
Con las calles vacías de militancia, pero manteniendo el mismo cordón de seguridad, empezaron a salir rumbo a Plaza de Mayo los invitados al evento. La mayoría lo hacía con una especie de diploma en el que, bajo el logo y el rótulo de Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, se señalaba que esa persona había “participado del evento Conmemoración y Homenaje a las Víctimas del Terrorismo, se le hace entrega del presente diploma de reconocimiento”.
Minutos antes del comienzo del acto hubo tensión entre los manifestantes que intentaron derribar una valla policial (Nicolás Stulberg)
El diploma cierra con la leyenda “Justicia, Verdad y Reparación para todas las víctimas del terrorismo. Los Derechos Humanos son para todos”. Lo llamativo es que lo firmó Victoria Villarruel en su rol de diputada nacional y no la legisladora Montenegro.
Mientras los asistentes se iban y sonreían con sus diplomas, los empleados de la Legislatura lograban salir rápidamente del edificio. “No nos dejaban salir por seguridad”, explicó una trabajadora.
El viernes, el Salón Dorado volverá a ser sede de otro acto. En este caso, el Centro Ana Frank entregará premios a estudiantes que participaron del certamen literario “De Ana Frank a nuestros días”, concurso que tiene como objetivo promover entre jóvenes y educadores la creatividad en el campo de la expresión escrita relacionada con temáticas como la Shoá (Holocausto), la dictadura en Argentina y las discriminaciones, prejuicios y violaciones a los derechos humanos.